Poeta en Nueva York
Precio: 22€ Sala A.
Venta anticipada: https://teatrocentral.sacatuentrada.es/.
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A la venta a partir del 22 de Abr
a las 11:00
DURACIÓN: 1H 50'
Poeta en Nueva York
Compañía: CARLOS MARQUERIE/TEATRO ESPAÑOL/TEATRO KAMIKAZE
Dirección CARLOS MARQUERIE Dramaturgia PEDRO G. ROMERO, CARLOS MARQUERIE Dirección musical, arreglos y composición música original NIÑO DE ELCHE Coreografía ELENA CÓRDOBA Intérpretes NIÑO DE ELCHE, ELENA CÓRDOBA, MANUEL EGOZCUE, CLARA PAMPYN, JESÚS RUBIO GAMO, ENRIQUE DEL CASTILLO Escenografía MAX GLAENZEL Iluminación CARLOS MARQUERIE
Dramaturgia, poesía, danza, música, marionetas, instalación plástica… se dan la mano en una pieza que indaga en la magia, el duende y la performatividad de una de la obras mayores de Federico García Lorca.
Carlos Marquerie y su gran equipo realizan un despliegue escénico de rara e inefable belleza para ayudarnos a habitar no solo las palabras, la música y las imágenes que acompañaron el hacer del poeta granadino, sino también para mostrar su poliédrica personalidad artística y humana.
Cuarenta años ha durado el viaje que Carlos Marquerie ha realizado acompañado del libro de Lorca hasta que finalmente ha conseguido darle forma sobre el escenario. No es de extrañar. A poco que se conozca la pieza de Lorca nos damos cuenta de que hay que ser muy osado para tomar la decisión que tomó un año antes de su estreno Carlos Marquerie.
Este Poeta en Nueva York (García Lorca/Marqueríe) es un espectáculo valiente, un trabajo que difícilmente se ve en nuestros escenarios por lo que tiene de contaminación de disciplinas, por lo que supone de ruptura del canon tradicional a la hora de utilizar una “narrativa escénica” en la que las sintaxis se entrelazan dando como resultado una “manera otra” de poner en escena e interpelar al espectador.
¿Por qué clausurar la temporada 24/25 con esta propuesta?
Para el Central es consecuente clausurar la temporada regular 24/25 con un espectáculo que, desde su base (el texto lorquiano) hasta su traslado al escenario, participa de una idea central de nuestra dramaturgia de programación que, como delgada línea roja, atraviesa toda la oferta artística 24/25: las artes escénicas vivas, a la hora de narrar, han desechado en los últimos años los compartimentos estancos dictados por las disciplinas clásicas (teatro, danza, música, objetos, etc.). Una especie de indisciplina se ha apoderado del hacer de nuestras creadoras y creadores, ya no suman disciplinas en sus producciones, simplemente hacen un ejercicio de libertad creadora para crear sintaxis liberadoras, retadoras y ricas a la hora de proponer sus escrituras.
Eso parece desprenderse de las declaraciones de Marquerie: Trasladar PNY a la escena me gusta más como concepto de partida que adaptar o reescribir. Pensemos en una suerte de ilustración que genera una red en la que se relacionan las palabras de Lorca con materiales plásticos y sonoros, con los títeres, con los cuerpos de los bailarines y actores, con el contexto histórico en el que fueron escritos los poemas, pero también con el actual, y con la soledad, melancolía, dolor, festejo y solidaridad con que vivió el poeta en NY.
Pero no solo lo anterior nos lleva a cerrar la temporada con este espectáculo.
También el recuerdo de los años en los que Lorca escribe el texto nos ha hecho tomar esta decisión. Algo, o mucho de lo que nos sucede, vuelve como eco del pasado y aquí las declaraciones del responsable último del espectáculo son esclarecedoras: PNY es un libro que nace en años convulsos, en los que la sociedad sufre un gran cambio. El Crack del 29 y su consecuencia la Gran Depresión; la gran crisis económica que permitió el ascenso de las dictaduras europeas; la 2ª Guerra Mundial y su precuela, la Guerra Civil española. PNY es más que una colección de poemas, hay acción bajo sus versos. Trasladar PNY a la escena es restituir la performatividad que encierran sus páginas y con ellas su historia y sus huecos...
... Ante la oscuridad solo podemos perseverar en la mirada, sin más, sin buscar ni añorar la luz. Lo mismo sucede con PNY, hay que abandonarse a sus luces y a sus oscuridades.