Una gran emoción política
Estilo: Danza
Una obra inspirada en MARÍA TERESA LEÓN
Dirección y dramaturgia LUZ ARCAS y ABRAHAM GRAGERA
Coreografía LUZ ARCAS
Espectáculo para 6 intérpretes, 2 músicos y 5 figurantes
PREMIO EL OJO CRÍTICO Y PREMIO LORCA 2015, FINALISTA COMO MEJOR INTÉRPRETE FEMENINA DE DANZA EN LOS PREMIOS MAX 2017, LUZ ARCAS, LA BAILARINA Y COREÓGRAFA MALAGUEÑA LLEGA AL CENTRAL PARA CONVERTIR EN DANZA LA BIOGRAFÍA DE MARÍA TERESA LEÓN.
Cuando Luz Arcas baila se ensancha el mundo. Al menos ese mundo pequeño de una sala, de un escenario, de una penumbra. Es una bailarina tan física que retumba en los ojos de quien mira, y allí instala su precipitación y su poesía. Lleva el timón de La Phármaco, su compañía. Y desde ahí compone más que una forma de danza, una residencia en la tierra, otra forma de entender el porqué de las cosas. Así hablaba de la bailarina y coreógrafa el diario El Mundo con motivo del estreno en el Teatro Valle-Inclán de Madrid de Una gran emoción política.
Y continuaba: Luz Arcas es una bailarina sin más alianza que su cuerpo y lo que con él levanta, inventa, construye, aúlla. La danza es otra forma de política, pero de política íntima, aquella que no se malgasta en una sola fuerza sino que se unta de muchas: poesía, teatro, pensamiento... Porque todo se mueve.
El proyecto de esta mujer sureña no se detiene en los márgenes del oficio de bailar, sino que entra y sale de todos los lugares donde se aloja una conmoción, un extravío. La danza es necesaria. Su danza es necesaria. Porque reclama complicidad y sitio sin pedir exactamente nada. Porque pone luz allá donde a veces la luz salva.
Era una cita pendiente la que tenía el Central, con una artista andaluza aplaudida en nuestro país e internacionalmente.
Luz Arcas/La Phármaco y el poeta Abraham Gragera nos presentan Una gran emoción política. Una propuesta escénica inspirada en la autobiografía de María Teresa León, Memoria de la melancolía, que tiene el objetivo de materializar el sueño de la intelectual de acabar haciendo un mundo mejor.
Dividida en dos actos, la pieza comienza evocando la República, y continúa después rememorando los horrores de la Guerra. Arcas y Gragera combinan el movimiento con la voz, la respiración y la música para acabar levantando un hermosísimo monumento plástico en honor y recuerdo de la intelectual del 27. El montaje desborda pasión, emoción, esperanza, ilusión, melancolía y utopía por partes iguales.