Romances Inciertos, un autre Orlando
Estilo: Danza
Ficha artística.
Idea original, puesta en escena y dirección musical: Nino Laisné
Idea original y coreografía: François Chaignaud
Canto y danza: François Chaignaud
Bandoneón: Jean-Baptiste Henry
Viola da gamba: Robin Pharo
Tiorba y guitarra barroca: Daniel Zapico
Percusiones históricas y tradicionales: Pere Olivé / David Mayoral
Técnico de luces y regidor general: Anthony Merlaud
Técnico de sonido: Charles-Alexandre Englebert
Encargados de vestuario: Carmen Anaya, Kevin Auger, Séverine Besson, María Ángel
Buesa Pueyo, Caroline Dumoutiers, Pedro García, Carmen Granell, Manuel Guzmán,
Isabel López, María Martinez, Tania Morillo Fernández, Helena Petit, Elena Santiago
Decorado | pintora líder: Marie Maresca
Pintora: Fanny Gaudreau
Retoques de imágenes: Remy Moulin, Marie B. Schneider
Construcción: Christophe Charamond, Emanuel Coelho
Administración – producción: Garance Roggero, Jeanne Lefèvre, Léa Le Pichon
Agente: Mandorle productions & A propic
Producción
Mandorle productions
Mandorle productions está subvencionado por el Ministère de la Culture (DRAC Auvergne-
Rhône-Alpes). Mandorle productions recibe la ayuda del Institut Français para
algunos de sus proyectos en el extranjero.
François Chaignaud es artista asociado en Bonlieu Scène nationale Annecy.
Nino Laisné es miembro de la Academia de Francia en Madrid – Casa de Velázquez.
Coproducción
Bonlieu Scène nationale Annecy y La Bâtie – Festival de Genève en el marco de
FEDER programa INTERREG Francia-Suiza 2014-2020, Chaillot – Théâtre national
de la Danse, deSingel — Anvers, Maison de la musique de Nanterre, Arsenal / Cité
musicale-Metz.
Apoyos
Este proyecto ha recibido el apoyo de la régión Auvergne-Rhône-Alpes, la Spedidam,
PACT Zollverein Essen, Tandem Scène nationale Arras-Douai, el ayuntamiento de
Anguiano – La Rioja, Pépinières Européennes pour Jeunes Artistes y el Ayuntamiento
de Huesca (residencia Park in Progress 12), y fue invitado para residencias en los
Teatros del canal en Madrid, el Centre National de la Danse en Pantin, la Ménagerie
de verre en París (Studiolab) y El Garaje en Cádiz.
Romances Inciertos, un autre Orlando es al mismo tiempo un concierto y un recital, articulado en tres actos, como reminiscencia de la ópera-ballet. En él aparecen sucesivamente la Doncella Guerrera, que nos guía, en un contexto medieval, tras el rastro de una joven que se alista en el ejército bajo la apariencia de un hombre; el San Miguel de García Lorca, arcángel voluptuoso y objeto de devoción, tan engalanado como doliente, que es llevado en procesión durante la Semana Santa; y la Tarara, gitana andaluza que, debido a un desafortunado amor, oscila entre el misticismo y la seducción, escondiendo una secreta androginia.
Romances inciertos es un estuario, un delta. Una zona difícil de situar en el mapa, que se encuentra en la confluencia entre las músicas españolas de tradición a la vez oral y erudita, inspirada en danzas, poemas y pequeñas epopeyas en las que las heroínas juegan roles que a priori no les corresponden. La historia de estos personajes, envuelta en perpetua metamorfosis, ambigüedad, terca impostura y pasional indecisión, se refleja en el propio destino de las melodías que les son atribuidas. Romances inciertos pone en escena dos trayectorias: el resurgir de los personajes que no tienen otra opción que transformar lo real en función de su deseo y la mutación infinita que a lo largo de los siglos han sufrido los motivos musicales. La incierta identidad de estas figuras se refleja en el mestizaje musical.
La mayor parte de estas melodías aparecieron en España en los siglos XVI y XVII y desde entonces han sido continuamente interpretadas, modificadas y transformadas. Cada cultura y cada época se reapropiaron de estos poemas, actualizando una y otra vez las aventuras de sus heroínas. Es así como sus melodías- procedentes del arte del romance, del canto sefardí y de la jota- fueron introducidas en la música barroca, el flamenco andaluz o incluso los cabarets travestis de la Movida. Los versos de las propias coplas se han multiplicado y, a la sombra de las versiones más conocidas, los archivos conservan el rastro de estrofas lujuriosas, que reescriben el destino marginal de sus personajes.
Los cuatro solistas suman aquí sus trayectorias, para adaptar melodías escritas originalmente para otros instrumentos, osando acercarse a conocidos timbres a priori incompatibles: el bandoneón se reinventa como clavecín, la viola de gamba resuena como las dolorosas zambras, las percusiones irrumpen en la música sacra y aparecen en la tiorba reminiscencias barrocas de marchas sevillanas.
La escena, enmarcada en tapices cuyas tramas reúnen múltiples representaciones históricas de la naturaleza, construye un paisaje alrededor de los cinco intérpretes. La danza irrumpe y altera; al tiempo se hermana con la música y la emula, se establece como arte de lo impuro y pone los cuerpos a prueba del presente. Simultáneamente artificial y real, trata de alcanzar alturas imposibles en un equilibrio liberado de la gravedad. Los gestos se nutren de la brecha entre las danzas “tradicionales” y sus versiones académicas- siguiendo el rastro de estas mutaciones coreográficas, en las que la historia oscila entre pillaje e inspiración.
Se trata entonces de un delta impuro, irisado, sobre el que parece centellear la silueta desatendida del Orlando de Virginia Woolf. Pero este Orlando no es ya un joven lord de la Corte Real de Inglaterra que vive durante cuatro siglos y cae regularmente en un profundo sueño. Sino que consagra su vida a la escritura de un único poema influenciado por las épocas que atraviesa y haciéndose eco de las infinitas mutaciones de las artes y las sociedades que transita. Como en la novela, nos encontramos ante la presencia de un personaje que, como el Guadiana, desaparece repentinamente para renacer bajo la apariencia de una mujer, en un tiempo y espacio lejanos.
Mediante el canto y la danza, este otro Orlando, con el apoyo de los músicos, emprende una epopeya, cuyas continuas metamorfosis no llegan a satisfacer la búsqueda del ideal.
François Chaignaud, Nino Laisné, Célia Houdart