Primera sangre
Texto y dirección MARÍA VELASCO Con MARÍA CEREZUELA, JAVIERA PAZ, VIDDA PRIEGO, FRANCISCO REYES, VALÈRIA SOROLLA
Dramaturga y directora, María Velasco llega al Central con la puesta en escena del texto que recibió XXXI premio SGAE de Teatro Jardiel Poncela por su capacidad de riesgo y poeticidad.
Una obra sobre la violencia sexual en los años noventa y sobre el miedo como elemento central de la educación sentimental de la mujer.
Sentarse en una butaca a leer, ver, escuchar y dejarse envolver por la terrible belleza de esta propuesta, es como abandonarse al hermoso horror que podemos sentir al navegar por las narrativas diversas de todas esas escritoras latinoamericanas a las que se ha etiquetado como narradoras góticas: Mariana Enríquez, María Fernanda Ampuero, Mónica Ojeda… con quienes, según sus propias declaraciones, se siente en comunión la responsable última de este proyecto. Ahondando en las zonas más oscuras y desoladas del ser humano, todas ellas, María Velasco incluida, reinventan los géneros clásicos para —con “una narrativa otra”— denunciar la violencia machista ejercida sobre las mujeres.
En el caso de Primera sangre se trata de abrir una ventana al mundo desde los ojos de una niña que madura rodeada de carteles de “Se busca” con la fotografía de quien pudiese ser una compañera de patio, de juegos, de vida.
Primera sangre bucea en los años de violencia sexual de los noventa, unos años que fueron especialmente terribles por los numerosos casos de víctimas de muy corta edad. De Alcàsser a A Coruña, de Valladolid a Granada, en tiempos de la Expo, cuando nacían las televisiones privadas y llegaban los ansiados Juegos Olímpicos de Barcelona.
La dramaturga y directora recoge en esta pieza un suceso que conmocionó en su momento a la ciudad donde creció, Burgos. El asesinato en 1991 de una niña de seis años, Laura Domingo, que tenía los mismos años que la autora. Un caso que la marcó profundamente y sobre el que comenzó a escribir ocho años antes de su estreno en el Centro Dramático Nacional en abril del 2024. El resultado es un espectáculo de dos horas y con el que el público se va a casa con una pregunta difícil de masticar a la primera: ¿Qué hace que una niña se convierta en mujer, la primera regla o el miedo?
Velasco no cree que en el presente haya disminuido la violencia a la mujer que se acometía en los noventa, cada vez lo llaman de una manera, va como por olas, de pronto está la ola de la sumisión química, luego llega la de las violaciones grupales, luego la violencia vicaria. Es una violencia que no cesa pero creo, espero y confío que se haya aprendido algo, comenta con cierta esperanza.
La pieza que ha diseñado Velasco es de una gran complicación dramatúrgica y actoral. Velasco une la escena dialogada y más teatral con el monólogo más cercano a la corriente llamada “posdramática”. Une la representación con la instalación escénica y además profesa una escritura donde entra de bruces lo poético. El teatro de Velasco es híbrido y está en tierra de nadie, esa es quizás su gran virtud. Pablo Caruana, El Diario.