Lisistrata
Estilo: Teatro
Roma-Romae. Ubi est Roman, ¿Dónde está Roma? ¿En la península Itálica? No, amados ciudadanos, Roma está por todo el mundo conocido. Roma conquista todos los rincones, llevando
civilización, pero también destrucción. Así llegó Roma a nuestra península y la antigua Bética Romana, se mantuvo en guerra civil, enfrentando a los ejércitos de Julio César sobre los pompeyanos al mando de Tito Labieno. Moría generación tras generación de hombres en el campo de batalla, mientras tanto, las mujeres, relegadas a un segundo plano, permanecían en sus casas criando a sus hijos y viendo a sus maridos cada muchos meses Harta de esta situación insostenible, una de ellas, decidió tomar cartas en el asunto, reunió a las mujeres de los dos ejércitos en Urso y provocó lo que ningún hombre jamás pensó que ocurriría. Las mujeres consiguieron dominar sobre los hombres, con la única arma que poseían: “ellas mismas”.
En la Acrópolis, a las mujeres les llegaban noticias de que su plan estaba dando un buen resultado, por las altas temperaturas que se podía notar en el ambiente. Los hombres estaban
empezando a flaquear en su firme decisión de no ceder ante ellas. …Aunque, ¡yo no es por malmeter!, pero la cosa empieza a desvariar, no es que yo quiera criticar el plan, ¡noooo! Pero…
algunos hombres desesperados han empezado a encontrar consuelo los unos con los otros, se han visto hombres buscándose por las esquinas y a veces en momentos más comprometidos. No es que yo piense que está mal, no, no, que los dioses me libren. Pero como acaben encontrándole gusto al cambio… pues estamos apañadas. Menos mal que quedan algunos hombres que siguen deseando a sus queridas esposas.
Llegados a este punto, los hombres se dieron cuenta, que a las mujeres no iban a poder catar, ya sólo les quedaba firmar la dichosa paz. Se pusieron manos a la obra e intercambiaron emisarios para decidir cómo hacerlo y convencer a las mujeres de que la cosa iba en serio, estaba claro, debían reunirse en la acrópolis, junto a la cabeza pensante de todo esto, Lisístrata, y así firmar de una vez para siempre la paz.
Y así fue como los hombres prefirieron el amor a la guerra, porque ya se sabe que: “La jodienda no tiene enmienda” . Y para celebrar tanta dicha , bailaron en honor a los dioses. FIN