Las Niñas Zombi
Estilo: Teatro
Creación CELSO GIMÉNEZ En escena NATALIA FERNANDES, TERESA GARZÓN, BELÉN MARTÍ LLUCH Escenografía y vestuario MARCOS MORAU
CINE (2017), FUTURE LOVERS (2019), RENACIMIENTO (2022) SON LOS NOMBRES A LOS QUE RESPONDE LA TRAYECTORIA, LOS TRAZOS DE HISTORIAS ESCÉNICAS QUE CELSO GIMÉNEZ, JUNTO A VIOLETA GIL E ITSASO ARANA, SUS COMPAÑERAS DE LA TRISTURA, HAN IDO ESPARCIENDO SOBRE NUESTRO ESCENARIO A LO LARGO DE LAS ÚLTIMAS TEMPORADAS. APUESTAS POR CONTAR HISTORIAS DE UNA FORMA OTRA.
AHORA EL ESCRITOR, CREADOR ESCÉNICO Y DIRECTOR DE LA ESCUELA DE INVIERNO DEL CONDEDUQUE, SE HACE RESPONSABLE ABSOLUTO DE UNA NUEVA PIEZA, LAS NIÑAS ZOMBI, EN LA QUE SIGUE PROFUNDIZANDO EN EL CONVENCIMIENTO DE QUE LA INTIMIDAD Y LA POESÍA SON, ESENCIALMENTE, CONCEPTOS POLÍTICOS.
“Mil amigos” por segundo a golpe de clic, signo de estos tiempos de vértigo feroz. Más de una década para romper el techo de cristal impuesto por el canon académico de lo que es y lo que no debe considerarse teatro, danza, partitura, cuerpo encarnado en texto… en definitiva… arte escénico. No es país, no es territorio para la demora, para la reflexión: el escénico. Así parece deducirse a partir de la cantidad de esfuerzo, de convencimiento, de sueños, de fracasos, como los de Beckett, en los que han tenido que invertir artistas como el que nos ocupa y otros —Violeta Gil, Pablo Gisbert, Tanya Beyeler, Luz Arcas o Marcos Morau, por nombrar algunos— para consolidar sus discursos y poderlos contrastar con aquellos que los completan escribiendo y exigiendo una especie de coautoría: el espectador.
No obstante, la constancia, casi a riesgo de parecer tozudez, ha conseguido instalar las apuestas de Celso y “los otros sospechosos habituales”, ya nombrados, en toda Europa. Y Sevilla parece sentirse bien, parece acompañar estas apuestas y ser consciente de que “la comodidad mata la curiosidad”. Las niñas zombi llegan no solo de la mano de Celso. Ahí están también el mago de La Veronal y la furia de Belén Martí (Mucha Muchacha), quien como un rayo va rompiendo costuras escénicas; junto a ellos todo un equipo entregado que certifica el inicio de un ciclo en la escena española.
¿Hubiera sido diferente la vida de Celso Giménez si hubiera escuchado otras historias cuando era un niño y hubiera descendido de un linaje diferente? El dramaturgo y escritor se lo pregunta en una historia que tiene mucho que ver con su familia. Ahora, el autor explora el peso de la herencia.
Sobre el escenario, tres mujeres jóvenes que ríen, bailan y tienen una historia que contar. ¿Es una historia fantástica que parece real o quizás sea una historia tan real que parece fantástica? Se trata de un relato sobre la guerra y sobre un hombre, el abuelo de estas niñas zombi, que una noche en un bosque vivió un incidente que cambió su vida. ¿Quién murió realmente en aquel bosque? ¿Quién puede saberlo después de tantos años? ¿Si consiguen descifrar esta historia, este enigma de los tiempos, comprenderán algo también sobre sí mismas? Se dice que la primera generación que sufre un trauma, no habla de lo que les ocurrió, necesita encapsularlo. La segunda, tampoco, pues ha vivido el “shock” de sus padres demasiado de cerca. Es la tercera la que puede adentrarse en la memoria de sus mayores.
Lo cierto en todo esto es que Celso no solo heredó el nombre de su abuelo, también heredó su suerte y su intuición, artística, política y humana. Suponemos.