Casa Salinas
En el siglo XVI, Sevilla era la ciudad más importante de Europa. A su puerto llegaban las riquezas del Nuevo Mundo, que después se distribuían por todo el continente. Aquí se acuñaba en moneda el oro y la plata de América. La llamaban Nova Roma, por su esplendor, y a ella acudían los mejores artistas italianos y flamencos del momento. El mejor Renacimiento se combinó con el Gótico y el Mudéjar en una armonía de estilos única en el mundo.
En ese contexto se levantó la Casa de Salinas.
Situada en el área monumental del casco Antiguo de Sevilla, a dos pasos de la catedral, La Giralda y Los reales Alcázares, esta casa compartió junto a otras mansiones un barrio de gente ilustre y acaudalada. Baltasar Jaén, primer propietario de la casa y fundador de mayorazgo propio, perteneció a uno de estos linajes.
A principios del siglo XX la casa pasó a ser propiedad de la familia Salinas, que la sometió a un delicado y minucioso proceso de restauración para devolverle su aspecto original, que había sido alterado en parte con intervenciones realizadas a lo largo de sus cuatrocientos años de historia, y muy especialmente hacia 1900. En la actualidad, luce sus primitivas estructuras del siglo XVI con elementos propios de la época de su construcción, armonizados estéticamente como se refleja en sus interiores cálidos y confortables.