Rodrigo Cuevas
La belleza que esconde la cultura de un pueblo está en su folclore. La tradición, es una vía de expresión común a todos los seres humanos.
El folclore es un ser vivo que se extiende por toda la faz de la tierra, como un micelio, no entiende de barreras físicas ni políticas.
Llegué a estas 3 conclusiones en el 2008, después de 13 años estudiando piano y tuba en el conservatorio de Oviedo y Barcelona. Aprendí, como si de una revelación se tratase, que el arte que uno hace, debe estar conectado a todo lo que hicieron nuestros antiguos, porque así, es la forma de que esté conectado todo lo que hacemos los presentes. Llegué a la conclusión de que somos colmena gracias a la música tradicional.
Rodrigo Cuevas, Oviedo 1985, es un artista total.
Total porque su estrella brilla populista y por entre los arrabales de la contracultura, total porque su autenticidad desenmascara a cualquier tipo de impostura.
¿Que cómo se puede conquistar a la vecina del quinto mientras que se enamora al hipster, se eclipsa al parado de larga duración y se angeliza a la draq queen? ¿Qué cómo es posible conectar con el último madreñero y con la moza que iba para punk? Pues porque estas cosas no atienden a razón, porque estas son las cosas del querer.
Rodrigo Cuevas es cantante, compositor, acordeonista y percusionista. Difícil hallar equivalente cuando sus intereses artísticos apuntan a ramo de flores de colores.
Decíamos que es un artista total que cuenta con formación musical académica: grado medio de piano y estudios de tuba en el Conservatorio de Oviedo además de tres años de Sonología en Barcelona.
Rodrigo Cuevas nos propone una revisión folk bien humorada y cableada a la raigambre con un discurso incasto, lúcido y sexy que nos hace romper las lindes de la corrección.
Rodrigo Cuevas nos hace reír con su desparpajo de insolente candidez porque, de tan real, pareciese alucinado.
Decimos que lo suyo, que su música, es synth folk, es tonada glam y es cabaret underprao. Y decimos bien porque hay mucho de sincretismo musical en su abanico de sabores, de afluentes, de resonancias y de querencias.
Es muy cierto que el folk asturiano, y en general la música asturiana, necesitaba de un revulsivo como este. Y es que hacía siglos que no se hablaba tanto de tonada ni de madreñas, de si sí, o de si también.
Pero lo verdaderamente innegable es que se cuentan por cientos de miles de reproducciones algunas de sus apariciones televisivas -en Cantadera y en Pieces de TPA, en Hable con Ellas de T5, en Luar de TVGA, en Noticias 4 o en el Late Motiv de Buenafuente- así como de sus vídeos, y, entre ellos, el más reproducido, el auténtico fenómeno viral que ha sido Verdiciu
Yo soy la magaes el título de su primer álbum, un trabajo editado en el año 2012 que ya apuntaba algunas de las intenciones sonoras y estéticas que hasta hoy ha seguido explorando el artista: revisitación, puesta al día, traslación a lo contemporáneo de un patrimonio cultural y musical extremadamente rico, el de la música folk, el de la tradición.
Su más reciente lanzamiento discográfico, de 2016, es un EP de cuatro temas tituladoPrince of Verdiciu, editado por Aris Música y grabado por Sergio Rodríguez en Tutu Estudios que incluye cuatro manzanazos como cuatro soles: Verdiciu, Xilguerín Parleru, El Toro Barroso y ¡Viva Grecia!. Entre las colaboraciones musicales destacamos a Celerina Sound System y a Rubén Bada, músicos que, también, le acompañan en muchas de sus actuaciones en vivo.
Rodrigo Cuevas lleva años con su proyecto aunque la pandemia no se haya hecho viral hasta hace unos cuantos meses. Una aventura que se iniciaba en 2014 con el estreno de Electrocuplé, espectáculo desternillante que fusiona cabaret, copla, burlesque y, sobre todo, canción tradicional asturiana travestida con música de baile. Un show que durante algo más de dos años y tras cientos de actuaciones, ha sido la consolidación de Rodrigo Cuevas desde las oquedades del underground hasta el mainstream más populista.